Bolz dibuja los rasgos principales de este mundo de comunicación, del mundo mediático: el dinero, el poder, el derecho, la prensa, la televisión, Internet... Un mundo que no tiene necesidad de lenguas, y cuyo símbolo técnico es el teléfono.
Es así que se está produciendo un acelerado proceso de centralización y monopolización de los medios de comunicación, han pasado de tener un rol estratégico, convirtiéndose en el área a la que apuntan las mayores inversiones económicas. Para resguardar nuestra identidad social y cultural dentro de un mundo globalizado, es necesario utilizar los avances tecnológicos, de acuerdo a nuestros propios intereses.
La modernidad que se ha reflejado hasta ahora y reafirmado en la propia postmodernidad es la era de la comunicación., razón por la cual hoy ya no estamos bajo la producción sino bajo la comunicación.
Existe una gran disparidad entre las naciones y dentro de estas de los que tienen y los que no tienen acceso a Internet, los que tienen los conocimientos o no para potenciar su uso y los que producen o no sus propios contenidos, amplía aun más la desigualdad y la exclusión social.
Por lo tanto, es necesario que si se quiere pasar de una sociedad de la información (adquisición de conocimientos), a una de la comunicación (en la que se establecen medios de acceso, haciendo a otro partícipe de lo que uno tiene, en la que predominan los ciudadanos con derechos que les permiten tomar parte activa en el proceso) e incluso a una del conocimiento (ejercicio de las facultades intelectuales, tener trato y comunicación con alguien). La marginación comunicativa, y ahora digital, en la sociedad internacional sigue y seguirá existiendo en la medida en que pocos países cuentan con las mismas capacidades para crear y distribuir la información. La creación y difusión de contenidos sigue siendo la clave de la inclusión y la participación en esta" “comunicación mundial”.
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